Pintar sin pensar: intuición en el color
Abstract
Trabajar con alumnos que nunca o pocas veces han pintado con color pigmento (ya sea acrílico, gouache o acuarela), convierte esta actividad en una enorme experiencia de sensibilización. Sí, se aprende a pintar, pero sobre todo a observar, vivencia fundamental en estudiantes de carreras visuales. Percibir de forma correcta es una premisa fundamental para la enseñanza del color, también para la pintura y el dibujo; es uno de los retos de un docente, porque cada alumno carga ciertos procesos cerebrales propios, comúnmente llamados “prejuicios”. Una de las fallas más comunes sirve de ejemplo: pintan de memoria y a esta manera de “no ver” —un error bastante común— se le denomina “constancia del color”. Esto puede arruinar la percepción, pues se pasa por alto una cantidad considerable de información directa que llega a la retina. Otro ejemplo claro de pintar de memoria es el follaje de los árboles y el cielo: se pintan de verde, en el primer caso, o celeste, en el segundo, sin ninguna variación de color. La memoria actúa de tal manera que el color verdadero no se ve; ningún cielo es enteramente celeste ni el follaje del árbol es verde en su totalidad. Ignorar esta información implica que veamos el cielo sin verlo en realidad. La enseñanza del color tiene estos retos: pelear con la memoria y con los prejuicios. Por eso le llamo “pintar sin pensar”. El objetivo es enseñar a “ver” lo que la realidad le muestra a nuestra retina. Básicamente partimos de la experiencia propia, realizada en el taller. En cada clase, la intuición y el juego están presentes, y se aprende de manera empírica.