Vivienda social y COVID-19: el fin de una era funcionalista y capacitista
Abstract
La vivienda social se convirtió en un escenario protagonista, tras la declaratoria de pandemia en marzo del 2020. El estricto confinamiento al que la población fue sometida para contener la propagación de contagios, obligó a la realización de la casi totalidad de actividades al interior de la vivienda, poniendo en entredicho las teorías funcionalistas y capacitistas, que priman en el diseño y que obedecen a criterios económicos derivados de la producción masificada. La metodología abarca una revisión de la vivienda social desde nuevas categorías, no funcionalistas ni capacitistas. Las nuevas necesidades espaciales para realizar home office o participar en clases virtuales, también evidencian la falta de flexibilidad en los espacios propuestos por la arquitectura funcionalista, que presentó una idea de espacios con fines definidos y especializados de manera arbitraria y rígida. La nueva dimensión espacial también genera una demanda de espacios más amplios para permitir el distanciamiento social, ya que hoy es de todos conocido, el COVID-19 se propaga sobre todo cuando las personas se encuentran en contacto cercano (alrededor de 1.5 metros aproximadamente) por un período prolongado. Asimismo, la nueva valoración por cuestiones de salud de espacios abiertos para: a).- convivencia con menor riesgo de contagio, b).- posibilitar el asoleamiento e incentivar la generación de vitamina D con la intención de reforzar las defensas, y c).- desarrollo de ejercicio dado que la actividad física fortalece el sistema inmunológico, obligan a repensar el diseño de las viviendas, que antaño sólo miraron los espacios bajo un enfoque utilitario. Este trabajo analiza cada problemática expuesta en la vivienda social, cuyos resultados dejan evidencia de las deficiencias del diseño de viviendas ante paradigmas centrados en el funcionalismo y el capacitismo. Se concluye la necesaria reconsideración de nuevos paradigmas, asociados a la idea de accesibilidad, inclusión, salud, dignidad y calidad de vida. Social housing became a protagonist scenario after the pandemic was declared in March 2020. The strict confinement to which the population was subjected to contain the spread of contagions, forced the realization of almost all activities inside the housing, questioning the functionalist and capacitist theories, which prevail in the design and that obey economic criteria derived from mass production. The methodology includes a revision of social housing from new categories, neither functionalist nor capacitist. The new spatial needs to perform home office or participate in virtual classes, also evidence the lack of flexibility in the spaces proposed by functionalist architecture, which presented an idea of spaces with defined and specialized purposes in an arbitrary and rigid way. The new spatial dimension also generates a demand for wider spaces to allow for social distancing, since it is now common knowledge that COVID-19 spreads especially when people are in close contact (about 1.5 meters approximately) for a prolonged period. Likewise, the new valuation, for health reasons, of open spaces for: a) coexistence with less risk of contagion, b) sunlight and to encourage the generation of vitamin D with the intention of strengthening the defenses, and c) exercise, since physical activity strengthens the immune system, force us to rethink the design of housing, which in the past only looked at the spaces under a utilitarian approach. This work analyzes each problem exposed in social housing, the results of which leave evidence of the deficiencies of housing design in the face of paradigms centered on functionalism and capacitism. It is concluded that it is necessary to reconsider new paradigms, associated with the idea of accessibility, inclusion, health, dignity and quality of life.