A no dudarlo, los formatos y soportes del libro han cambiado mucho con el advenimiento de su edición electrónica, sin embargo, la actividad para la que se produce sigue siendo la misma: la lectura. ¿Acaso las nuevas tecnologías han modificado de manera sustancial las prácticas asociadas a ella? ¿O aquellas que se realizan tanto en soportes impresos como electrónicos tienen muchas más cosas en común de lo que parecen reconocerle algunos apasionados de ayer y de hoy? Viejos y nuevos formatos, diferentes tiempos dedicados a la lectura, proveen, más bien, nuevas oportunidades para cerrar distancias, para propiciar nuevos acercamientos entre los autores, sus obras y sus lectores.