Abstract
El artículo analiza una película, El arca rusa. La cámara cinematográfica representa al historiador y pone en acto su propia historia; planteándose así los límites de toda incursión en el pasado. ¿Hasta qué punto es posible recorrerlo sin tergiversar sus claves? ¿Cuánto podemos entender losucedido sin interferir con nuestra interpretación?